MUTUALISMO AMISTAD Y PARASITOSIS

“El perro tiene más amigos que el hombre porque mueve más la cola que la lengua”

Anónimo

“Nunca sabrás quiénes son tus amigos hasta que caigas en desgracia”

Napoleón Bonaparte

“Todo sirve para algo, pero nada sirve para todo, menos la amistad.”

Mafalda

En los últimos días me he visto involucrado en pláticas acerca de amistad que me han hecho reflexionar y he decidido compartir con usted lector dichos pensamientos. Todo inició un día de la semana pasada mientras charlaba con mi asesor el Dr. Francisco Garza (Alias: Mi compare Paco futuro secretario de la buena onda de la UANL). Como es costumbre estábamos trabajando y fuimos a comprar nuestros sagrados alimentos a la cafetería, regresamos al cubículo, abrimos el reproductor de la Mac para ver un episodio de Dr. House y nos dedicamos a yantar y mirar el programa. Terminados los alimentos comenzamos a charlar y salieron al tema algunos alumnos de mi generación, su situación de rezago académico y de sus círculos de amistades, y todo esto desembocó en el cuestionamiento de porqué si solía ser muy allegado a ellos, de pronto me distancie de ellos. ¿Cómo de pasar de ser compañeros de parrandas y vivencias pasamos a ser casi desconocidos? Por una simple y sencilla razón, no estaba obteniendo provecho alguno de dichas amistades. Quizá mi razón haya sonado egoísta, o me haga ver como una persona interesada, pero no es así si se analiza fríamente. Una amistad debería ser lo que en biología se conoce como mutualismo. Esto es, una interacción biológica entre individuos de especies diferentes en donde ambos se benefician y mejoran sus aptitudes. O sea, que en una amistad debe haber un beneficio mutuo, debe existir algún tipo de enriquecimiento para ambas partes y los roles maestro aprendiz deben rotarse de modo que ambos enseñen y aprendan el uno del otro y de las situaciones que atraviesan. Debe también existir una admiración de parte de ambas personas, de modo que ninguno sienta que es superior al otro. Y obviamente, debe existir confianza suficiente para hablarse como quien dice “sin pelos en la lengua”, así como desarrollar una tolerancia a la frustración para reconocer cada uno de los errores que un amigo es capaz de señalar. Ya que como decía el compadre Paco, y esto va dirigido a todos los machoides metrosexuales que están ahí afuera. –Un amigo no es el que te dice “se te ven con madre esos lentes” cuando son lentes de mosca para mujeres que te hacen ver ridículamente afeminado, un amigo es aquel que te dice “Pareces loca de patio, quítate eso”, o algo por el estilo-.

Dichas conjeturas y conclusiones las confirmé el sábado. Iba yo llegando de regreso a mi hogar, luego de una excelente velada, cuando encontré a dos de mis entrañables vecinos, Mario y el Negro (Nunca falta alguien con ese apodo en un grupo de amigos), degustando unos refrescos de cebada para amortiguar la calor, y decidí unírmeles a tan noble menester. Cuando arribé ahí, mis vecinos ya estaban entrados en plática. Charlaban acerca de cierta raza que conocemos, que son del tipo de personas que cuando “Vamos a pistear” literalmente sólo se dedican a eso, a ingerir alcohol hasta caer. A las 2 o 3 horas ya se encuentran en un estado etílico inconveniente, terminan vomitando, haciendo ridículos en público y todo para probarse entre personas del mismo círculo “Que pistean de a madre”. Retrógradas, brutos, salvajes, tontuelos. Y no es que uno no ingiera bebidas etílicas, pero nunca sin un buen tema de conversación o un plática amena (no confundir esto con pláticas intelectualoides), y también acabamos inconscientes en algunas ocasiones pero debido a que la plática se alargó y conforme avanzaba la misma se consumían las botellas, y amanecemos con resaca, pero siempre con el buen sabor de boca de que una noche antes aprovechamos el tiempo estando con los amigos.

Esta semana me hizo reflexionar también acerca de las “amistades” que parecen parasitosis, eso es una relación biológica entre 2 individuos de especies diferentes en los que solo uno obtiene provecho. El sábado mientras charlaba con una chica, me enteré, más bien, confirme mis sospechas acerca de la idea que un pseudoamigo tiene de mí. Esta chica, platicando con la mejor amiga del sujeto en cuestión, le comentó que en las últimas semanas ha estado conversando mucho conmigo, a lo que la BF (Best Friend) comentó inmediatamente “No te juntes con ese chavo, es una mala persona, el hombre X (el compañero en cuestión) dice que él (yo) te envuelve con sus ideas y uno no se da cuenta, aléjate de él”. Tomando en cuenta que la BF de este sujeto no me conoce, ni me interesa que me conozca, no me interesé por ella. Pero, lo que en verdad me indignó, fue que aquel tipejo, hasta la fecha me saluda y me llama “carnal”, “hermano” ¡Puaj!, ¡Que falta de pantalones para no decirme lo que piensa de mi y vaya cínico para llamarme su hermano! Pero luego recapacité y me caí en cuenta que a él no le convenía no ser mi “amigo”. Y tras 4 años de convivencia estrecha en los que yo le confié aspectos de mi vida que a poca gente le he confiado, surge la verdad. Me supo manipular y supo sacarme el provecho que pudo, pero solo era un parásito, una plaga de pulgas que había que exterminar, sólo eso. Duele darse cuenta de las cosas, pero hacerlo provoca una sensación de libertad incomparable. En fin uno ya no sabe en quien confiar.

Por último, esta semana recordé algo que me comentó hace tiempo el futuro SBO (Secretario de la Buena Onda). Cuando empezábamos apenas a entablar amistad, una compañera suya de trabajo le advirtió que tuviera cuidado conmigo ya que yo solamente lo estaba usando para acercarme a las chavitas de 1er semestre, a lo que mi compadre respondió algo así.-Claro, me sorprendería que no lo hiciera, yo lo haría-. ¿Qué intento decir con esto?, que es mentira el mito de que las amistades son desinteresadas, es posible que de vez en cuando realicemos actos altruistas por nuestros amigos, pero uno no puede convertirse en amigo de alguien solo porque si, siempre existe un motivo, una ambición que se va renovando con el tiempo de conseguir algo de esa persona y la disposición de ofrecer algo para entregar al amigo. Si se cultiva la amistad uno tendrá siempre cosecha del amigo y algo que sembrar para el mismo.