viernes, 11 de junio de 2010

PEQUEÑO CUENTO CANINO



“El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores”
Woddy Allen

“Las mujeres y los gatos harán lo que les plazca. Los perros y los hombre deberían acostumbrarse a la idea”
Robert A. Heinlein

Encontrábase un perro tirado bajo la fresca sombra de un limonero en una tranquila calle de la gran ciudad una cálida tarde de primavera. Observaba a los transeúntes que cruzaban por su campo visual, a los carros y a cualquier otra cosa que ahí cruzara. Se maravillaba con la simplicidad de las cosas y se sumergía en sus reflexiones. De pronto se acercó otro can y se recostó al lado del primero. Al verlo el que ya se encontraba allí le pregunta al recién llegado -¿Y a ti que te pasa esta vez?, ¿Te ha vuelto a correr la patrona?, ¿Te has comido una pedazo de carne en descomposición?... ¿O acabas de ver a alguien cometer una estupidez de dimensiones colosales?-. A lo que el otro contestó –Ciertamente es lo último, no comprendo. Caminaba por las calles buscando algo que hacer, quizá encontrar algo comestible, o encontrar alguna hembra en celo. Todo iba bien cuando de pronto observo que el carnicero arroja al suelo semejante filete, rojo, jugoso y sin duda un manjar exquisito, al cachorro que habita en contra esquina de la avenida principal de la colonia. Y el muy tontuelo por ir divisando el nuevo anuncio panorámico con la imagen del departamento de carnes frías anunciando las ofertas del súper, no advirtió lo que estaba sucediendo. Eso o quiso hacerse el digno, el punto es que el filete yacía ahí en la banqueta a la vista de todos, y yo con el estómago lleno, no podía comer un bocado más. Así que tuve que resignarme a dejarlo y esperar que alguien más lo aproveche-. Después de unos segundos de procesar el relato, el primero habló –En verdad que la estupidez canina es grande, desperdiciar semejante placer. Pero bueno por lo menos no eres humano-. El otro extrañado pregunta -¿Porqué lo dices?-. Y el primero respondió –Por una simple y sencilla razón, aquel cachorro no se dio cuenta de lo que le ofrecían, porque de haberlo hecho, ciertamente lo hubiera tomado. Por el otro lado, he observado a los hombre desperdiciar no solo comida, si no hembras de su especie, oportunidades de crecimiento y aprendizaje y más cosas cuando se les ofrece en charola de plata…-. -¿¡Hembras has dicho, desperdiciar hembras!?- Interrumpió el otro. –Ciertamente- continuó el can –los he visto despreciar hembras en celo y no sentir el más mínimo cargo de conciencia. Por suerte para su especie existen sus excepciones, pero últimamente los machos alfa han ido desapareciendo, quizá pronto dejen de ser la especie dominante en la tierra. En fin, compañero me retiro, iré a ver si tengo la suerte de encontrar y devorar ese filete que usted no pudo aceptar-. –Provecho- exclamó el otro. Y así el que se encontraba ahí fue a buscar su alimento y el que había llegado se quedó disfrutando de la sombra que brindaba limonero en aquella tarde fresca de primavera.

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